—Pfft—. Al escuchar mi mentira obvia, Sam estalló en risas. Sus carcajadas me hacían querer evaporarme.
—Sacudió la cabeza mientras reía. Cuando se recuperó, habló.
—Dormí con ellos —no, los puse a dormir, les leí cuentos, justo como lo hace un buen hermano mayor.
—Sam explicó, la comisura de sus labios se estiró en una sonrisa más amplia.
—Por lo visto, no siento lujuria por mis hermanas o primas. Simplemente se siente extraño después de verlas crecer —añadió. Volví a morderme el labio mientras agarraba su hombro.
—Entonces, tú no has…? Pero… tú también me viste crecer.
—Me tomó más tiempo hablar sobre mi consulta. Dudaba en exponerme más de lo que ya estaba.
—Corrección. Solo estoy escuchando. Dios. Ni siquiera sabía cómo lucías hasta que desperté. ¿Qué tan alto eras? ¿Cuál es el color de tu cabello? ¿Tus ojos? Todo lo que sé es tu voz y presencia.
—Cierto. Podría estar escuchándome desde mi primer llanto. Pero, aún así…