—Lo siento —Sam y yo nos detuvimos al soltar esas dos palabras simultáneamente. Fruncí mis labios en una línea delgada mientras Sam balanceaba su cabeza hacia adelante y hacia atrás de manera incómoda.
—Yo...
—Yo...
De nuevo, hablamos al mismo tiempo. Mordí mi labio inferior, reprimiendo la sonrisa que quería reaparecer en mis labios.
—Sam me hizo un gesto para que hablase primero —Las damas primero.
—No, tú puedes hablar primero —indiqué, deteniendo la risita que estaba tentada a salir.
—Está bien... —Sam asintió mientras tomaba una respiración profunda—. Lo siento...
Sam dejó la frase en el aire mientras permanecía en silencio momentáneamente. Cuando abrió sus labios una vez más, alzó la mirada y me vio a los ojos.
—Estaba... asustado —dijo.
Fruncí el ceño. Eso no era lo que esperaba que dijera. ¿Sam asustado? Eso sonaba increíblemente... extraño.