—¿No te acuerdas? —preguntó.
—Claro que sí. Pero, ¿por qué me miras como si fuera un extraño? —Aunque estaba sorprendida por mi pregunta, la repetí sin dudar.
Recordé a Sam mirándome casi de la misma manera cuando me poseyeron en el carruaje. La diferencia era bastante similar y a la vez no. Era difícil de explicar.
Pero mi corazón podía sentir la diferencia.
—Porque estoy furioso... mucho —Sam enfatizó sus palabras para que yo entendiera.
—¿Hice algo para merecer tu ira?
—No estoy enojado contigo, tonta —Sam respondió rápidamente. Pero su frialdad permanecía.
—Entonces... —Aparté la mirada con un suspiro que escapó de mis labios—. ¿Por qué suenas como si hubiera cometido algo imperdonable? Debería ser yo la que está enojada contigo después de...
Inconscientemente, levanté mi mano y toqué la parte superior de mi pecho. Fruncí el ceño mientras miraba hacia abajo antes de tocar mi cuello.