Forzaba mi mirada de vuelta a sus ojos. Podía ver mi expresión reflejada en los suyos. Tenía la misma expresión que él. Nunca había sentido este tipo de ira antes. Era algo que no podía contener ni reprimir.
La expresión de Sam cambió ligeramente. Pero la mía no.
—¿Cómo se atreve... jaja! —Me reí del nivel de ridiculez. Sin embargo, mientras lo hacía, mi ira finalmente se redirigió hacia otra persona.
Esta ira... Estoy extremadamente enfadado, insultado y sentía asco de... mí mismo.
¿Cómo pude caer en tal engaño? ¿Quién lo hizo? Me aseguraría de hundir mis pulgares en sus ojos.
No sabía el alcance de mis oscuros pensamientos. Sin embargo, esta era la primera vez que tenía el placer de pensar en hacer tal cosa.
Sam soltó lentamente mi mano, desconcertado por la expresión pegada en mi rostro. Sin embargo, yo agarré su pecho.
—¿Quién lo hizo? ¿Fue cosa del Marqués? ¿El rey? —Sus ojos se oscurecieron.