Anillo de calavera

—Maldita sea... —Klaus maldijo por lo bajo después de recordar lo que pasó anoche.

Una vez que Samael lo dejó, Klaus se sintió débil, como si estuviera retirando toxinas de sus colmillos. Lo único que podía recordar era a Fabian arrastrándolo por el pie.

Sus recuerdos eran vagos. Pero pudo recordar claramente la malévola sonrisa de Fabian mientras lo enterraba.

—Sé que mis colmillos no son tan fuertes como antes. Además, siempre hay un toque de amargura en mi lengua. —Klaus murmuró para sí.

Tocó su colmillo lateral, presionando su pulgar contra él. Tampoco estaba tan sensible como antes.

—Deberías agradecer a su señoría por salvarte de tu inminente perdición. —De repente, Klaus volvió en sí al escuchar la voz de Rufus detrás de él.

Lentamente bajó su mano. Despacio, Klaus se giró hacia Rufus. Su expresión instantáneamente mostró un gesto de desdén.

—¡Tonterías! ¿Por qué tendría que estar agradecido con esa insignificante humana?! —exclamó con desdén.