Al final, tuve que comer con público. Mi apetito desapareció bajo esas intensas miradas sobre mí.
¡Por favor, miren hacía otro lado! Era lo que quería decir, pero me mantuve en silencio. Agachando la cabeza, mientras cortaba discretamente el pedazo de carne.
—Por cierto, Silvia, ¿sabías lo que mi hermana le dijo a Yul? —Mientras comía en silencio, Dominique rompió el silencio—. ¡Le dijo que se perdiera! Ah… no es de extrañar que el Infierno se haya encariñado con ella.
—Deberías comer, Dom. Quizás no sepas cuándo será la última vez —Yul replicó con calma.
—¡Jaja! ¿Por qué? ¿Me matarás más tarde? —Preguntó Dominique con una risa burlona.
—Podría hacerlo ahora si quieres —respondió Yul con un tono serio.
—Entonces, ¿por qué no lo haces...? —insistió Dominique.
Mientras Yulis y Dominique discutían, irritándose mutuamente, yo los observaba de reojo. Qué relación tan cercana tenían. Se querían tanto que querían matarse el uno al otro.