Lo extraño... muchísimo.

Apresuré los labios formando una línea delgada mientras agachaba la cabeza. Me quedaré inclinada así hasta que se haya ido.

Sobrevivir. Ese fue mi lema desde entonces y ahora. Ofender a la realeza, aunque me esté casando con uno, solo me daría más dolores de cabeza. Podrían ponerme en el cadalso si hago un movimiento incorrecto.

Hasta que llegue Sam, tendré que caminar como si estuviera pisando cáscaras de huevo.

—Jah... —Su Alteza Real resopló bajito.

Después de eso, oí sus suaves pasos acercándose. Pronto, vi el final de su falda mientras se paraba frente a mí. No me atreví a levantar la cabeza mientras apretaba los dientes.

—Tú... —murmuró ella, acariciando mi mandíbula con el dorso de su mano.

Un escalofrío recorrió inmediatamente mi espina dorsal al sentir el toque sensual. Ella guió mi barbilla hacia arriba, fijando su mirada en mí.