—¿Perdón?
—¿Hans? ¿Quieres su cabeza? —preguntó Yulis sinceramente.
—Mi mente zumbó momentáneamente mientras la esquina de mis ojos se contraía. ¿Por favor, dime que lo oí mal?
—Ah, creo que te entendí mal, su alteza —respondí, junto con una risa incómoda.
—No lo hiciste. Dije lo que dije. Te daré su cabeza o su otro ojo si eso te hace sentir mejor —afirmó Yulis, asintiendo con la cabeza mientras me miraba directamente a los ojos.
—Espera.
—Pellizqué el puente de mi nariz, apoyando mi codo en el reposabrazos mientras un repentino dolor de cabeza me golpeaba. Un suspiro se escapó de mis labios mientras comprendía lo que él quería decir con eso.
—¿Estaba proponiendo esto porque se sentía mal por juzgarme injustamente? ¿Mataría a su hermano como una disculpa?
—Si haces eso, ¿no estarías en un predicamento? —pregunté angustiada, lanzándole una mirada.
—¿Importa eso? —inclinó la cabeza hacia un lado, frunciendo el ceño inocentemente.