Tú te ves tan feo como siempre

Los días habían pasado en un borrón, y era el día del banquete. Apenas recordaba lo que había hecho en los días anteriores, ya que eran lo mismo; prácticas de baile con Yul, asistiendo a clases de etiqueta palaciega, cenas con mis suegros y mirar el techo hasta quedarme dormida.

No volví a encontrar a Esteban desde aquella noche, lo que aceleró mis ajustes. Encontrarme con él solo para que pudiera ridiculizarme era lo último que quería en este momento.

—Señorita, su alteza real está aquí —anunció Mildred desde detrás de mí, haciendo una reverencia cortésmente.

Levanté la vista, fijando mi mirada en su reflejo desde el espejo de cuerpo entero que tenía frente a mí.

—Que pase —susurré, sonriendo levemente mientras desviaba la mirada hacia mi reflejo.

—Vaya, vaya, hermana —la voz de Silvia acarició mis oídos, junto con el suave clip-clop de sus tacones—. ¿Estás intentando provocar a todos al recoger tu cabello, destacando tu cuello?