No sabía que un simple beso en la mejilla lo dejaría en silencio, pero eso era mejor ya que nos acercamos al comedor sin problemas. A diferencia de lo usual, casi todos los asientos estaban ocupados, mientras el animado murmullo resonaba a través del comedor.
Cuando entramos, la vitalidad repentinamente se apagó mientras todas las miradas se posaban en ambos. Sam entró con aires de confianza. Mientras que yo mantenía mis modales ignorando la incomodidad de sus miradas extrañas.
—Salu— Me detuve en mi reverencia cuando Sam tiró de mi brazo y susurró en mi oído: "No es necesario."
Una mueca reapareció en mis labios mientras lo miraba con suspicacia. Él podría ser el individuo más grosero aquí, pero yo no puedo. ¡No podía permitirme ofender a más realeza. Tengo un cuello que salvar!