Desde entonces, continué hablando con la tumba de mi padre y contando sobre mi día. Cuanto más lo hacía, más sentía que no estaba hablando con el Padre, sino con alguien más que me escuchaba. Era extraño ponerlo en palabras, pero siempre había esta extraña aura que sentía desde aquel día.
Hasta que un día...
—Lilou, ¿por qué no te quedas a pasar la noche? —preguntó Vieja Olly, mirándome preocupada. Miré el cielo y pronto sería el anochecer. Desvié la mirada hacia Vieja Olly cuando añadió —Ha habido ataques recientes en los pueblos vecinos. Así que, será más seguro para ti si te quedas aquí esta noche. Lo ofreció amablemente.
Mis labios se curvaron en una sonrisa. —Gracias, Vieja Olly, pero estaré bien —asentí de forma tranquilizadora.