—Lilou, hoy estás extrañamente callada —Silvia me sacó de mi trance, haciendo que la mirase—. ¿El Infierno te ha perturbado otra vez?
—No uses la excusa de estar cansada del entrenamiento, eso sería un insulto para aquellos dos portadores entusiastas —Yul intervino, refiriéndose a Charlotte y Ramin, quienes nunca perdían energía en luchar hasta saciarse.
—¿Cassara ha dicho algo extraño? —Silvia dejó su taza de té mientras me miraba preocupada.
No pude evitar reírme ante sus preocupaciones. —¿Les parezco enferma? Ustedes dos son los que están actuando de forma extraña.
Silvia y Yul se miraron el uno al otro como si hablaran con la mirada. Estoy acostumbrada a que la gente me mantenga a oscuras, pero esta vez, yo también tenía mi secreto… el secreto de mi querida Cassara y mío. ¿Quién hubiera dicho que guardar secretos era fascinante a su manera?