Todos ellos

Mientras tanto, en el Palacio de Avolire, Claude caminaba silenciosamente por el pasillo con su juguete en la mano. Este palacio estaba bastante tranquilo, a diferencia del resto del palacio. No es que el Palacio de Avolire estuviera desierto, era solo que nadie se movía, como estatuas paradas por todos lados en el lugar.

Claude simplemente caminó en cierta dirección y pronto llegó frente a la puerta. Colocó su mano sobre ella, empujándola para abrirla mientras crujía.

—Tía —llamó suavemente, asomando su cabeza adentro.

Luego entró en la habitación y sus ojos buscaron a Cassara.

—¿Qué estás haciendo ahí, tía? —preguntó fríamente, a pesar de que Cassara parecía patética en la esquina. Un suspiro se escapó de sus labios mientras se acercaba a ella.

Cassara miró hacia arriba, abrazando sus rodillas con terror.

—Tú… ¿por qué estás aquí, Dyrroth?

Los ojos de Claude se volvieron más fríos tan pronto como escuchó ese nombre. La miró hacia abajo, sin rastro de lástima en sus ojos.