Cerré los ojos, estabilizando mi respiración y sintiendo el movimiento del carruaje. Cuando se detuvo, abrí lentamente los ojos mientras se aguzaban.
Finalmente hemos llegado.
Miré a Yul solo para ver su expresión cambiar a una más solemne. No hablamos más mientras Klaus abría la puerta para mí.
—Estamos aquí, Su Gracia. —Me ofreció su mano, la cual tomé, saliendo del carruaje.
—Gracias —dije mientras lo miraba con una sonrisa. Klaus inclinó su cabeza antes de que dirigiera mi mirada al séquito en la entrada del palacio.
—No tenías que darme la bienvenida personalmente, Señor Alistair. —Mi sonrisa se mantuvo, fijando la mirada con Alistair.
—Me encomendaron darle a Su Gracia una cálida bienvenida. —Alistair caminó hacia mí, deteniéndose a varios pasos de distancia. Sus ojos se dirigieron a Klaus, quien estaba a mi lado, y luego a Yul, quien acababa de bajar del carruaje.