Habían pasado dos días más desde esa charla con Yul. No ocurrió nada fuera de lo común. Era lo mismo, como en los últimos ocho meses.
—¿Te vas? —pregunté, mirando a Heliot mientras me acercaba para despedirlo. Él miró al carruaje detrás de él, y luego volvió a mirarme.
—Tuve una gran estancia, y todo gracias a ti, Su Gracia. —Una sonrisa que no llegó a sus ojos reapareció en su rostro. —Me siento renovado durante mi tranquila estancia aquí. Si el destino lo permite, me gustaría regresar y tener unas vacaciones.
—Vacaciones... eso suena tan extraño viniendo de ti —bromeé, sacudiendo la cabeza ligeramente. —De todos modos, espero que tengas un viaje seguro, Su Alteza. Si planeas visitarnos de nuevo, por favor avísame. Siempre eres bienvenido en Grimsbanne.
Heliot levantó una mano para que yo la tomara, lo cual hice.
—Lo recordaré. —Se inclinó, plantando un beso en el dorso de mi mano con sus ojos en mí.