Dmitri ni siquiera tuvo tiempo de responderle a Adriana cuando se encontró atrapado en la cueva y la entrada bloqueada por una roca. —¡Qué has hecho Adri! —la regañó, pero no obtuvo ninguna respuesta.
Tan pronto como ella salió, vio que Cy se había alejado unos metros y se había aliado con sus hombres. Los miró fijamente mientras su lobo gruñía. En el siguiente minuto, todo el paisaje se convirtió en una red de luces de diversos colores que se lanzaban hacia Adriana, todas ellas lo suficientemente potentes como para quemar cualquier cosa en segundos.
Al principio, Adriana intentó esquivarlas, pero cuando accidentalmente desvió una luz con su mano en un intento de encontrar un camino para avanzar, se dio cuenta de que no tenía que esquivar los rayos de luz en absoluto; simplemente podía desviarlos con su mano. Confiada, avanzó, desviando todos los rayos de luz mientras observaba atentamente a cada uno de sus oponentes, uno por uno. —¿Quiénes eran?
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