A la mañana siguiente, Adriana llegó a la academia de magos mucho antes del comienzo de la clase. No quería que el Profesor Ziu dijera algo otra vez. Había sido muy insultante el día anterior. Sin embargo, para su sorpresa, el Profesor Ziu ya estaba presente cuando ella entró en su aula.
—Buen- buenos días, Profesor —dijo. Ella era la única estudiante en el aula. Silenciosamente, se fue a sentar en una silla un poco más lejos.
—¡Adriana, ven aquí! —la llamó Ziu—. Llegué temprano especialmente por ti. Necesitamos aumentar el ritmo en el que tienes que aprender los hechizos.
—¿Por qué es eso? —preguntó Adriana—. El ritmo al que iban ya era agotador. No quería aumentar más su carga de trabajo.
—El ministerio pronto llevará a cabo una competencia para los estudiantes del último año. Quieren ver quién es el mejor estudiante ya que pronto estarán incorporando a nuevas personas.
—Bueno, no tengo ningún interés en unirme al ministerio, así que creo que puedo ser excusada.