Voy a atarte a la cama

—¡Ay! —gritó Adriana y se rió mientras él le daba un azote—. ¿Dónde está mi pinza? —exigió mientras lo bajaba por su cuerpo. Cuando estaba frente a él, ya se había quitado su disfraz, pero aún llevaba el vestido de campesina.

—La tendrás, pero primero, tienes que complacer a tu señor —respondió él mientras la besaba en los labios.

—No tengo intención de complacerte. Tienes que complacerme primero para compensar todo ese coqueteo —dijo ella mientras le correspondía el beso.

Dmitri frunció el ceño:

—¿Cuándo estuve coqueteando?

—Intentaste ponerme celosa y esas dos chicas de la tienda estaban mirando tu cuello. ¿Por qué llevas una camisa con los botones abiertos hasta el pecho? —preguntó mientras rodeaba su cuello con sus brazos.

—¿Por qué te escondías? Me negaste algo que es mío; esa era la única manera de recuperarlo —mi esposa sin disfraz! —La colocó sobre el colchón.

—¿Y qué hay de esas chicas? —Él abrió su vestido mientras Adriana descansaba debajo de él.