Lile estaba sin palabras ante el comportamiento de Adriana —fue tras ella, pero Adriana se había adelantado bastante. Había girado en un callejón donde a Lile no le estaba permitido estar. Lile salió a pararse al borde del callejón que desembocaba en el jardín de la academia. Aparte del ruido de las banderas ondeando en la casi tormenta, apenas había otro sonido. Miró hacia el cielo, mientras suspiraba. Su corazón latía un poco más rápido al pensar en lo traicionera que era Adriana. Pidió ayuda una vez y Adriana se negó al instante. ¿Había sido su amiga alguna vez? Su paz interior se hizo añicos y sintió que tenía que ajustar cuentas. Sonó la campana para la siguiente clase y el día continuó. Lile no sabía dónde ir aparte de esos tres chicos que estaban con ella en la clase de pociones.