—¡Dmitri, detente! ¡Necesitas dejarla dormir en mi habitación esta noche! —protestó Cora.
—No madre. Esperaba que las dos ya estuvieran durmiendo, y por eso he venido a comprobarlo, pero desafortunadamente, esto no está sucediendo. Así que me veo obligado a llevarme a Adri de vuelta conmigo —respondió Dmitri y sin vergüenza alguna sacó a su esposa de la habitación de su madre. Cora se quedó con sentimientos de culpa.
La forma en que Dmitri llevó a Adriana hasta su dormitorio, era como si si dejara de tirar de ella incluso por un segundo, Adriana correría de vuelta o Cora podría llamarla. Se detuvo junto a la cama, arropó a Adriana en la manta, apagó las luces y para asegurarse de estar a salvo dentro de su habitación, la besó apasionadamente en los labios. Tan pronto como la besó, el dosel alrededor de ellos rodeó la cama con flores rosadas floreciendo.