De la irritación y provocación de Mihr, Adriana simplemente usó su varita y la apuntó hacia Mihr para lanzar el hechizo. —¡Hipnosia! —dijo en voz alta y de la varita se emitió un delgado rayo de luz blanca. Golpeó a Mihr y luego pasó a través de él y golpeó a Dmitri.
Mihr, que estaba parado con su varita levantada en el aire, ni siquiera tuvo la oportunidad de reaccionar y se quedó mirando en blanco. Era como si no entendiera qué estaba haciendo en esta vida. Miró a Adriana con la expresión más idiota y Adriana empezó a reírse y lo miró a él con una expresión desconcertada. —¡Maldición! —gritó cuando se dio cuenta de que había golpeado a los dos con el hechizo y el hechizo funcionó correctamente.
Miró hacia atrás a Dmitri que estaba justo detrás de Mihr y miraba su pecho, que fue golpeado por la luz blanca. Adriana corrió pasando por Mihr hacia Dmitri y tomó sus brazos. —Dmitri, ¿estás bien? —lo sacudió como si intentara que volviera en sí.