11 Soy tu Maestro

Escuché las puertas del carruaje abrirse y cerrarse, y el olor de Kral acercándose.

—Date la vuelta —escuché su voz baja y áspera.

Intenté enderezar mi espalda, pero el calor de sus dedos contra mi piel me hizo temblar incontrolablemente, y podía sentir sus dedos moviéndose. Cada toque que hacía era como una pluma rozando mi piel. Los cordones en la parte trasera de mi vestido se apretaban, y su aliento flotaba por la nuca de mi cuello. Mi piel estaba rosa pálido por la sensibilidad. No comprendo por qué mi corazón late desordenadamente cada vez que me acerco a él.

—Date la vuelta —dijo, sosteniendo mi cintura con sus manos para que pudiera enfrentarlo.