Se hacía de noche y la Luna empezó a moverse hacia el centro del cielo.
Era una noche popular entre los hombres lobo, con el viento soplando y el bosque estremeciéndose. Pero esta noche estoy parada sobre el césped frente a un símbolo que Kral dibujó con un cetro.
—Los hombres lobo que no pueden transformarse suelen ser de linajes débiles. Necesitas la bendición de la Diosa Luna —Kral extiende su mano enguantada de negro. Nerviosa, coloco mi mano sobre su palma. Él me guía, paso a paso, al centro del símbolo.
—Arrodíllate.
Me arrodillo reverentemente y, siguiendo las instrucciones de Karal, me muerdo el dedo con los dientes y dejo caer sangre en el recipiente que había sacado.