Guillermo Hale se detuvo en seco y se volteó para mirarla, su mirada helada, sus cejas y ojos llenos de un frío gélido.
—Escupe ya, ¿cómo exactamente planeaste engañarla para atraparla en tus garras? —Tengo genuina curiosidad.
Sus ojos y cejas eran excepcionalmente hermosos, con cejas finas y ojos astutos, y aun en un simple vestido maxi beige, su porte seguía siendo encantador y gracioso.
Al ver su silencio, ella simplemente se rió y dijo:
—¿Curioso sobre cómo sé que esto no le gusta? —Los dedos de la mujer golpearon ligeramente la mesa—. No te quedes atónito, un flat white.
Guillermo Hale no habló.
Pero se giró a servirle café.
—Por cierto, me gusta mi café con arte latte en la parte superior, en cuanto al diseño, siéntete libre de improvisar —No te excedas.
—Su voz suena bastante bien.
...