—¿Pueden dejarme a solas con mi nieta? Necesito hablar con ella en privado —la voz de Sinclair era tranquila, pero llevaba el peso de una orden.
No había margen para la negociación.
Lina me miró, su expresión se suavizó con preocupación mientras apretaba suavemente mi hombro.
—Estaremos justo afuera de la puerta si nos necesitas —me aseguró, antes de salir de la habitación.
La puerta se cerró con un clic detrás de ella, y el silencio que siguió era sofocante. Ahora estaba sola con Sinclair y Víctor, el aire de la habitación denso con tensión.
Apreciaba el amable gesto de Lina, pero sabía lo que tenía que hacer. Mi determinación no podía ser sacudida, ni siquiera por su calidez o bondad. Si iba a abrir mi propio camino, tenía que liberarme de todos ellos, forjar mi camino sin depender de nadie.
El primer paso sería aceptar el trato de Sinclair.