Al acercarnos a la mansión, no pude evitar quedarme mirando asombrada. Era una obra maestra: un gran château francés clásico con cada detalle meticulosamente elaborado.
Los imponentes muros de piedra, el intrincado trabajo en hierro y los jardines cuidados emanaban un aire de elegancia del viejo mundo.
Se sentía menos como un hogar y más como entrar en una era diferente, donde todo gritaba riqueza, historia y legado intocable.
Sabía de hecho que Sofía había tenido la mira puesta en este hogar ancestral durante años. Se había desvivido, haciendo todo lo que estaba en su poder para congraciarse con Sinclair, esperando que algún día se lo legara.
En su mente, este era su futuro, la joya de la corona de sus esfuerzos.
Pero eso ahora era solo un pensamiento ilusorio. Sofía podría haber tenido planes, pero conociendo a Sinclair, probablemente dejaría toda la propiedad a su perro antes que dársela a ella.