—Mamá, tienes que concertar una reunión con Hyun. ¡No puedo esperar más! —dijo Sophie con irritación mientras caminaba de un lado a otro en su habitación, con los puños apretados de frustración y el teléfono apretado contra su oreja.
—He estado intentándolo, Sophie, pero sabes cuánto tiempo lleva reservar una sesión con Hyun. Él ya no es un diseñador cualquiera; ahora es el Hyun. Ni siquiera yo puedo exigir una audiencia por capricho —respondió Sofía con la voz tensa al otro extremo de la línea.
Sophie despreció al otro lado de la línea, incapaz de entender cómo un simple plebeyo podría tener más estatus que incluso la realeza, simplemente porque estaba dotado con un talento que hacía suspirar a las mujeres a sus pies.
—Usa tu posición, madre —insistió Sophie mientras se giraba para enfrentar su reflejo en el espejo, con una expresión dura—. Necesito esos vestidos asegurados, cueste lo que cueste. No puedo permitirme llegar con las manos vacías, no después de todo lo que prometí.