—Eres demasiado blanda, Eve. —dijo.
—¿Eh? —Me detuve a mitad del bocado. ¿Qué estaba pasando? Un momento estábamos navegando las aguas peligrosas de "nosotros", y al siguiente, había dirigido la conversación sin esfuerzo a un territorio completamente diferente.
No es que me importara, por supuesto. Cualquier tema, cualquier cosa, era un escape bienvenido del peso sofocante de la discusión anterior.
—Si me hubieras dejado encargarme, ya habría solucionado lo del estafador y el tramposo. —dijo.
—Oh. Eso . . .
El "estafador", por supuesto, era Astrid. La "tramposa" era Sophie.
—Es mi problema y me encargaré de ello —dije, encontrando su mirada—. Además, tus métodos son extremos (por extremos, me refiero a la muerte). Es mejor si Astrid vive para enfrentar lo que ha hecho, sufriendo todos los días por sus decisiones. —expliqué.
Los labios de Cole se torcieron en una sonrisa maliciosa, del tipo que me enviaba un escalofrío por la columna.