Mientras Cole finalmente me llevaba de regreso a mi condominio, el silencio entre nosotros estaba cargado de palabras no dichas.
Sin embargo, mi mente estaba lejos de estar tranquila. Seguía intentando recordar qué había pasado después del incidente en la piscina, pero cada vez que intentaba alcanzar el recuerdo, se me escapaba como granos de arena entre los dedos.
Había algo—algo crucial—que me estaba faltando. Podía sentirlo, como un susurro fantasma justo fuera de mi alcance. Cuanto más intentaba recordar, más esquivo se volvía, dejando atrás una sensación de inquietud roedora.
—¿En qué estás pensando? —La voz de Cole rompió el silencio, tranquila pero con un tono de curiosidad.
Lo miré, sus ojos fijos en el camino adelante. —Solo... intentando recordar algo.
Por un momento fugaz, su expresión cambió—un destello casi imperceptible de incomodidad que desapareció tan rápido como apareció. Apretó el volante, sus nudillos brevemente se volvieron blancos.