Éxtasis Devastado

—Cole me recostó en la cama —pensé—. Sentí su intensa mirada sobre mí. Desde mi punto de vista, todo lo que podía ver era el deseo desenfrenado grabado en su rostro mientras se inclinaba para reclamar mis labios y luego seguir bajando por mi cuello, deteniéndose para morder la curva de mi clavícula y pechos.

—Sentí su polla latir contra mí, su tamaño masivo evidente. Las venas pulsaban alrededor de ella como un mapa de pura intensidad masculina, mientras el preseminal brotaba de la punta como un faro clamando por liberación.

—Pensé, o quizás esperaba, que este sería el momento en que finalmente me reclamara completamente al introducirse en mis profundidades. Pero estaba gravemente equivocada.