—Bebe esto, Llama Voladora —Abel le entregó una poción del alma a Llama Voladora—. No tuvo que ordenarlo ya que abrió su gran boca en el momento en que sacó la botella. Sabía lo buena que era la sustancia.
Cuando la botella entera de la poción entró en la Boca de Llama Voladora, sus ojos empezaron a verse huecos. Las escamas grises de su cuerpo se volvieron un poco más oscuras y después de treinta segundos, empezó a despertar. El efecto de la poción había terminado.
Abel sacó otra botella para alimentarla. No sabía cuántas necesitaba para hacer un cambio real, pero dado que tenía un total de treinta y tantas botellas, siempre podía seguir alimentándola más antes de que cualquier cambio real empezara a suceder. Además, también podía obtener más pociones de alma matando a las criaturas del infierno en el Pantano Negro.