—¡Viento Negro, vamos al roble! —dijo Abel mientras acariciaba el cuello de Viento Negro.
Viento Negro avanzó como un rayo, corriendo hacia el roble a 5 millas de distancia.
Pronto, habían llegado. Abel no sabía por qué el roble estaba buscándolo, así que colocó su mano sobre él. Lentamente, sus almas se hicieron una.
Las gigantescas ramas del árbol eran casi como el poder de voluntad de Abel; podía sentir el mundo a su alrededor a través de ellas.
Aunque la zona bajo el roble era como su propio mundo individual, en ese momento Abel entendió que quería ser parte de este mundo más grande.
Abel lo pensó un poco, y de inmediato la grieta entre sus ojos comenzó a brillar. Después, todas las hojas y ramas del roble comenzaron a temblar. Se estaba fusionando con el mundo.
Aunque el roble había estado creciendo muy rápido, aún siempre había sido reprimido por este mundo. Solo podía controlar el terreno bajo él, esa área era como su propia dimensión donde podía hacer lo que quisiera.