—¿Qué hice? —Abigail Green miraba inexpresivamente a Mona Wilde, quien era completamente diferente a cuando trabajaba en la Mansión de los Piers.
Como era niñera, no se le permitía usar maquillaje durante su periodo de contrato, y había directrices para su vestimenta. Las facciones de Mona parecían simples y sin nada destacable.
Pero ahora era diferente. Su maquillaje era elegante y vanguardista, sus ojos parecían duplicarse visualmente en tamaño. El peinado con raya al centro ocultaba perfectamente sus músculos de la mandíbula demasiado anchos, haciéndola mucho más bonita.
Dada también su figura, Abigail podría calificarla con un seis sobre diez.
—¿Qué tienes en las manos? —Mona se encontró con la mirada tranquila de Abigail y no le creyó, continuando con las preguntas.
Abigail extendió sus manos vacías. —¿Hay algún problema?
—Tú... —Mona estaba sin palabras.