—¿Abogado Jones? —Abigail Green agitó su regordeta manita.
Benjamin Jones volvió en sí. Su mirada hacia Abigail Green se volvió más inquisitiva. Comenzó a creer un poco sus palabras. ¿Podría ser que realmente había vivido algún tiempo con Abby?
De lo contrario, ¿cómo explicar tantas similitudes en sus hábitos de vida?
—Ah, la sesión de la corte es a las diez de la mañana del veintiocho. Recuerda asistir —dijo Benjamin Jones, bajando la mirada.
—Gracias, Abogado Jones. Pagaré sus honorarios legales de acuerdo con la tarifa del mercado —Abigail expresó su gratitud.
Benjamin la miró. —No es necesario. Eres su amiga.
—Es diferente. —Abigail se sintió aún más culpable, pero no había manera de decirle a Benjamin Jones que su alma había viajado a este cuerpo con sobrepeso.
Especialmente sabiendo que él era un firme materialista, bien podría sugerirle que se quedara en el mejor hospital psiquiátrico del país.