—¿Cómo se supone que salga así? —preguntó Brandon Piers con voz tranquila.
—...Nadie va a mirarte el pecho —respondió Abigail.
Hubiera sido mejor si Abigail no hubiese dicho nada. Sus palabras enfurecieron aún más a Brandon. Él había mencionado casualmente que no estaba de ánimo para fastidiar a su abuelo, lo que llevó al anciano a llamar a alguien para llevarlo a una clínica para hombres. Ahora todos en el círculo sabían que era infértil después de una cirugía fallida.
Ahora su hijo había vuelto a orinarle encima. ¡Si salía así, quién sabe qué rumores se esparcirían!
—Deja al niño, ve a buscarme una camisa —ordenó Brandon.
—Pullan...
—¡Tú ve! Tan pronto como Abigail mencionó a Pullan, la voz del hombre subió de tono bruscamente.