Diez minutos después, Abigail Green, vestida con ropa de cirugía, completamente armada, entró en la sala de operaciones.
Debido a la situación repentina por la noche, el jefe de cirugía del hospital de la ciudad estaba fuera por entrenamiento. Con la cirugía enfrentando problemas, toda la sala de operaciones estaba agitada.
Abigail entró y frunció el ceño. —Electrocauterio.
Su voz no era fuerte, pero tenía un aura innegable, silenciando instantáneamente la caótica sala de operaciones.
Alguien quería preguntar quién era ella, pero Abigail miró al cirujano principal. —Tú me asistes.
—¿Quién eres? —la otra parte estaba un poco insatisfecha con la intrusión repentina de Abigail.