Gu Xu parecía algo sorprendido por sus palabras. Miró a Ouyang Jun y a Qin Tian que estaban emocionados a unos pasos de distancia, su expresión tornándose más solemne.
—¿Estás segura? —dijo él.
Huo Sining dudó por un momento —Solo puedo decir que es mi intuición —respondió.
—¿Intuición? —Gu Xu arqueó una ceja.
Gu Xu no creía en cosas como la intuición, pero la seria expresión en el rostro de Huo Sining le recordó inexplicablemente a la escena en que la chica había tratado su herida de bala en aquella noche lluviosa. Sin cirugía, ella había extraído fácilmente la bala de su cuerpo y permitido que su herida sanara automáticamente. Esta mujer ante él debía poseer alguna habilidad milagrosa que desafía la explicación científica.
Así que, si ella dice que este jade en bruto no tiene valor, bien podría ser cierto. Es muy posible que esté utilizando esa extraña habilidad suya. Pero, ¿por qué querría ayudar a Ouyang Jun y a Qin Tian? ¿No le preocupa exponerse?