—Oh —La chica obedeció y tomó las llaves y abrió la puerta para Qin Shaoyou, pero sus grandes ojos permanecían fijos intensamente en Huo Sining, llenos de un toque de indagación y escrutinio.
La chica era alta y esbelta, media cabeza más alta que Huo Sining, con rasgos delicados y una mirada de orgullo innato en sus ojos. Sin embargo, su tez era pálida de manera antinatural, carente de cualquier atisbo de sonrosado, y parecía que estuviera enferma.
Huo Sining estaba perpleja, nunca había conocido a esta chica antes, pero la manera en que la miraba transmitía una clara sensación de defensiva y hostilidad, lo cual dejó a Huo Sining muy confundida.
Se abrió la puerta y, siguiendo a Qin Shaoyou, Huo Sining entró al patio donde dos perros guardianes ladraban sin cesar.