Ye Zixin nunca había esperado tal giro de los acontecimientos. Según su plan, ¿no debería haber sido esa perra Su Qingqing la que se topó con estos estafadores? ¿Cómo pudieron las cosas haber resultado de esta manera?
Mientras que Ye Zixin normalmente tramaba y confabulaba contra Su Qingqing a sus espaldas, esos planes siempre eran batallas verbales. Incluso si alguien se daba cuenta, una disculpa era todo lo que sucedería.
Pero estos estafadores no eran Su Qingqing; esta era la primera vez que Ye Zixin se encontraba con unos desgraciados tan desaliñados e irracionales. ¿Cómo podría defenderse de ellos?
Al escuchar a la mujer de mediana edad sentada en el suelo gritando disparates de que la porcelana era del periodo Kangxi, el rostro de Ye Zixin instantáneamente se volvió del color del hígado.