—Así que ¿está mal estar limpio? ¡Mis ancestros siempre han valorado este objeto y nunca lo usaron, claro que la base está limpia! Niña descarada, diciendo tonterías, ¡veo que pretendes engañar a alguien con tu palabrería! —La estafadora, terca como un pato muerto, rehusó admitir que el artículo en su mano era falso y se defendió vehementemente.
—Su Qingqing sonrió con desdén en respuesta:
— ¿Diciendo tonterías, dices? Lo siento, olvidé presentarme. Me especializo en la tasación de artefactos en el Colegio Universitario de Patrimonio Cultural de la Universidad S, ¡así es como me enseñó mi maestro! —Las expresiones de los dos estafadores cambiaron al escuchar que Su Qingqing afirmaba ser del Colegio de Patrimonio Cultural.
—Aunque eran estafadores, no eran ignorantes; a pesar de la juventud de Su Qingqing, sus pocas palabras revelaron su pericia.