Qin Churou inicialmente no había considerado tales pensamientos; simplemente asumió que Fu Hanchuan había venido a buscar a Qin Sheng. Pero ahora, una ola incontrolable de esperanza surgió dentro de ella.
Acababa de encontrarse con Fu Hanchuan, y él no la había notado, ni la había saludado.
¿Era posible que este hombre hubiera venido realmente a buscarla?
Qin Churou agarró nerviosa el dobladillo de su camisa, su corazón acelerándose a medida que Fu Hanchuan se acercaba.
Ya se había preparado para decir algo.
Fu Hanchuan se detuvo a un metro de distancia de ella. Qin Churou bajó la cabeza, notando las zapatillas en sus pies.
—Disculpa —resonó la fría y melodiosa voz de Fu Hanchuan.
Zhao Jia estaba emocionada y susurró, —Churou, te está llamando.
Qin Churou levantó la cabeza, su rostro se sonrojó. —Estás aquí —dijo, adoptando un tono familiar, como si Fu Hanchuan realmente hubiera venido a verla.