—Lin Feng estaba sin palabras. Frunciendo el ceño en confusión, se acercó a su padre y dijo:
—Papá, mírame. ¿No soy tu propio hijo, tu propia carne y sangre?
—Jajaja —Padre Lin tiró juguetonamente de las mejillas de Lin Feng antes de estallar en risas—. ¡Bien hecho, hijo! Esta noche, te cocinaré un festín como recompensa, completo con un gran muslo de pollo. Si logras entrar a una universidad de segundo nivel, te compraré un coche. Y si entras en una de primer nivel, te compraré un coche y te daré un millón de yuanes.
—Emocionado, Padre Lin prometió generosamente estos grandes premios a Lin Feng con un gesto de su mano. Lin Feng, impulsado por estos incentivos, sintió un impulso de motivación —dijo—. Papá, definitivamente trabajaré duro.