Huang Xiaoface, una ferviente partidaria de la relación entre Qin Sheng y Fu Hanchuan, pronto descubrió que ya no veía sus muestras de afecto como una píldora amarga que tragar; más bien, solía robar miradas a las interacciones entre Qin Sheng y Fu Hanchuan.
Aunque no había gestos abiertamente coquetos entre los dos, Huang Xiaoface aún sentía una atmósfera saturada de burbujas rosadas.
Su emoción era palpable.
Esta mañana, Fu Hanchuan, que tenía clases, se ofreció a llevar tanto a Qin Sheng como a Huang Xiaoface al colegio.
Esta vez, Huang Xiaoface no se atrevió a dejar que Qin Sheng se sentara en el asiento trasero; en cambio, proactivamente guió a Qin Sheng al asiento del pasajero mientras ella misma se acomodaba atrás.
Como de costumbre, Fu Hanchuan abrochó con cuidado el cinturón de seguridad de Qin Sheng.
En el asiento trasero, Huang Xiaoface apoyó su barbilla en su mano, su mirada iba y venía entre los dos frente a ella.