En ese momento, Lu Ming se apresuró y preguntó,
—Hermano, ¿tienes una casa afuera?
Fu Hanchuan no lo ocultó.
—Sí.
Lu Ming se frotó las manos, su cara llena de expectativa ansiosa.
—Entonces, hermano, con tantas habitaciones vacantes, ¿por qué no me dejas quedarme allí?
Lu Ming pensó que viviendo con Fu Hanchuan podría aprovechar su comida, ahorrando mucho en gastos de vida. Había acumulado un total de seiscientos mil con las becas proporcionadas por la escuela, la ciudad y la provincia.
Para Lu Ming, esto era una gran suma, pero temía que no fuera suficiente para cubrir sus gastos durante cuatro años. Así que trató de ahorrar lo más posible.
No tenía intención de trabajar; su único deseo era vivir despreocupadamente.
Fu Hanchuan lo rechazó de inmediato sin dudarlo.
—Quédate en el dormitorio.
Lu Ming se quedó sin palabras.
Debería haber sabido mejor que esperar esto.
Fu Hanchuan agregó,
—O puede que pagues renta—veinte mil al mes.