No podía evitar sentirse demasiado delicada. En la familia Feng, había manejado innumerables tareas arduas y pesadas. Antes de su renacimiento, Qin Churou y los demás solían ordenarle sin restricción alguna.
Sin embargo, desde su renacimiento, había estado protegida de esas labores.
Viviendo en Fu Garden, Fu Hanchuan manejaba todo meticulosamente, dejándola sin oportunidades de mover un dedo.
Qin Sheng había encontrado recientemente un sentimiento en línea: en una relación, ambas partes deben contribuir por igual.
—Hermano Fu, siento que debería asumir algunas de las tareas del hogar —sugirió suavemente.
Fu Hanchuan le dio un suave toque en la punta de su nariz, una sonrisa juguetona aflorando en sus labios.
—Sheng Sheng, ¿qué estás tramando ahora?
Qin Sheng frunció ligeramente el ceño, pero no dijo nada. Sin embargo, Fu Hanchuan dedujo rápidamente sus pensamientos: debía ser esas nociones equivocadas con las que se había topado en línea.