Tómatelo con calma

Su Shen se sentó en la cama, permitiendo que Gu Zi se sentara en su regazo. Sus dedos largos y fuertes sostenían su pecho izquierdo, usando su suavidad fragante para aliviar sus propios deseos.

Ella acababa de levantarse de la cama, aún llevaba su camisón. Sus pies, blancos y delgados, colgaban al lado de sus piernas, subiendo hasta sus largas y esbeltas piernas, sus suaves nalgas, su cintura flexible y sus pechos llenos y firmes...

—Su Shen, ¿no dijiste que no deberíamos? —Gu Zi sonaba algo temeroso, mientras sus ojos estaban llenos de deseo creciente.

Su Shen la dejó apoyarse en él y la tranquilizó suavemente, —No te preocupes, no tocaré ahí. Solo los pechos, ¿de acuerdo?

Esta pequeña tentadora lo había provocado con su sensualidad pero ahora mostraba signos de vacilación. Había asumido que ella era más audaz.