No es una Madre Ordinaria

—Madre, madre, ¿qué hay para desayunar hoy? ¡Wow, cuántos pasteles! —Los ojos de Su Li se iluminaron al mirar la mesa llena de pasteles, cuidadosamente empaquetados en hojas de plátano. Miró a su madre con curiosidad.

Había sólo dos tipos de pasteles, uno de color caramelo y el otro completamente blanco, parecidos a pasteles fermentados, cada uno cortado en gruesos pedazos triangulares. Encima de ellos había flores doradas de osmanto, haciéndolos lucir tentadores tanto en apariencia como en aroma.

Gu Zi rasgó un pedazo de hoja de plátano y lo convirtió en una pequeña caja, colocando los pasteles fermentados uno por uno dentro. Dos piezas de pasteles fermentados iban en cada caja, y las cajas se colocaban en una vaporera.

Gu Zi trabajaba rápidamente, y se podía ver que una gran vaporera estaba a punto de llenarse.

—Hoy, Lele y yo vamos al mercado a montar un puesto. Estos son para el puesto. Tus cajas de desayuno y almuerzo están en la cocina —explicó.