Cap 6 : el juego

Cuando Liam llegó al lugar acordado, supo de inmediato que había cometido un error.

Una discoteca.

Por supuesto.

El volumen de la música era tan ensordecedor que parecía hacer vibrar el suelo bajo sus pies. Las luces de neón parpadeaban en tonos morados y azules, creando un ambiente hipnótico pero abrumador. El aire estaba cargado con el olor a alcohol mezclado con perfumes dulces y penetrantes. Y en medio de todo ese caos sensorial, estaba Valeria.

Ella lo esperaba en la barra, impecable como siempre. Su vestido negro, ceñido y elegante, resaltaba cada curva de su cuerpo de manera provocativa. Su cabello, suelto y ondulado, caía en cascadas suaves sobre sus hombros, y sus labios brillaban con un tono sutil que capturaba la luz de manera hipnotizante. Era hermosa, demasiado hermosa, y eso solo aumentaba la incomodidad de Liam.

Un cosquilleo de inquietud recorrió su espalda. Algo no estaba bien. Pero ya había aceptado venir, y no podía echarse atrás ahora. Respiró hondo, conteniendo sus dudas, y se acercó a ella.

—Llegaste, lindo —dijo Valeria con una sonrisa seductora, cruzando las piernas lentamente mientras lo miraba de arriba abajo.

Liam se sentó junto a ella en la barra, tratando de mantener la compostura.

—Sí. Aquí estoy.

Valeria chasqueó los dedos con elegancia, llamando la atención del bartender.

—Agua para empezar —dijo con naturalidad, como si fuera lo más normal del mundo.

Liam arqueó una ceja, sorprendido.

—¿Nada más?

—Tenemos toda la noche, Archer. No hay prisa —respondió ella, deslizando una sonrisa que parecía esconder algo más.

Liam no respondió, pero la sensación de que aquello era una trampa no desapareció. Bebieron su agua en silencio mientras Valeria le hacía preguntas triviales sobre la escuela y su vida cotidiana. Parecía relajada, encantadora, pero había algo en su tono y en su mirada que delataba una calculadora precisión.

Y entonces, las cosas cambiaron.

—Vamos a hacer esto más interesante —dijo Valeria con una sonrisa pícara, llamando al bartender de nuevo—. Un par de tragos.

Liam frunció el ceño, incómodo.

—No.

Valeria lo miró con falsa inocencia, inclinando la cabeza ligeramente.

—¿No?

—No bebo —respondió él con firmeza.

Ella rió suavemente, apoyando el codo en la barra mientras lo observaba con una mirada penetrante.

—¿De verdad eres siempre así de serio?

Liam suspiró, sintiendo que la situación se le escapaba de las manos.

—No es ser serio, es tener límites.

—Límites… —repitió Valeria, arrastrando la palabra en sus labios mientras jugueteaba con la pajilla de su bebida—. Bueno, Archer, pensé que esto era una cita.

Liam la miró fijamente, intentando mantener la calma.

—Tú dijiste que sería solo una salida.

—Las citas son salidas —respondió ella con una sonrisa juguetona, como si estuviera disfrutando de su incomodidad.

Liam estaba a punto de replicar cuando Valeria deslizó un vaso hacia él.

—Solo uno. No pasa nada.

Liam apretó la mandíbula, sintiendo la presión aumentar.

—Valeria…

—Uno solo. Te prometo que después te dejaré en paz —dijo ella con una expresión dulce que no lograba ocultar su insistencia.

Liam suspiró, frustrado. No quería beber, pero si eso significaba que finalmente lo dejaría en paz, tal vez valía la pena ceder. Tomó el vaso y bebió un pequeño sorbo, sintiendo el líquido ardiente bajar por su garganta.

Valeria sonrió con satisfacción.

—Eso es todo lo que quería.

Pero no se detuvo ahí. A lo largo de la noche, siguió insistiendo. Un trago más. Solo otro. Solo un poco. Y aunque Liam se resistió al principio, la presión constante y la insistencia de Valeria eventualmente lo hicieron ceder. No estaba completamente borracho, pero su mente empezaba a sentirse más pesada, más lenta.

Y fue en ese momento cuando Valeria cambió el juego.

—¿Sabes? —susurró, acercándose a su oído—. Me gustas, Liam.

Su aliento caliente rozó su piel, y su mano se deslizó sobre su muslo con una intención clara. Liam se tensó, sintiendo un nudo en la garganta.

—Valeria…

Ella sonrió, sus dedos dibujando círculos en su pierna.

—No te preocupes. Solo quiero que te relajes.

Liam intentó moverse, pero su cuerpo no respondía como quería. Su mente estaba nublada, sus sentidos más lentos. No estaba completamente fuera de sí, pero definitivamente no estaba en control. Y Valeria lo sabía.

Se deslizó más cerca de él en la cabina del club, con una sonrisa seductora en los labios.

—Estás tan lindo así… —susurró, deslizando una mano por su rostro.

Liam intentó protestar, pero las palabras no salieron. Su cuerpo se sentía pesado, como si estuviera atrapado en una niebla espesa.

Valeria no lo escuchó. O no quiso escucharlo. Se inclinó sobre él y le robó un beso. Suavemente al principio, pero luego más profundo, más insistente. Liam sintió un escalofrío recorrer su espalda. No quería esto, pero su cuerpo no reaccionaba lo suficientemente rápido.

Las manos de Valeria bajaron lentamente, rozando su pecho, deslizándose con la clara intención de ir más lejos.

—Relájate, Archer… —murmuró contra sus labios—. Solo déjate llevar…

Pero entonces, todo cambió en un instante.

Antes de que Liam pudiera procesarlo, una mano firme se aferró al cabello de Valeria y la jaló bruscamente hacia atrás.

—¿Pero qué demonios…? —chilló ella, llevándose las manos a la cabeza.

Liam parpadeó, su mente aún confusa. Cuando levantó la mirada, vio a Ethan allí, pero no sonreía. Sus ojos estaban oscuros, su mandíbula tensa. Su aura desprendía una furia contenida que Liam jamás había visto en él.

—¿Qué carajo crees que estás haciendo? —preguntó Ethan, su voz baja pero peligrosa.

Valeria intentó soltarse, fulminándolo con la mirada.

—¡Suéltame, maldito idiota!

Pero Ethan no lo hizo. En cambio, la jaló un poco más fuerte, obligándola a apartarse completamente de Liam.

—Te lo diré una sola vez, Valeria —dijo, su voz afilada como una navaja—. Si vuelves a tocarlo así sin su consentimiento, lo vas a lamentar.

El corazón de Liam latía con fuerza, aunque su cuerpo seguía sintiéndose aturdido. Valeria lo miró con furia, pero también con algo de miedo.

—¡No seas exagerado! ¡No pasó nada!

Ethan sonrió, pero su sonrisa no tenía nada de diversión.

—Ah, claro. Porque obligar a alguien borracho a besarte y meterle las manos debajo de la ropa es completamente normal, ¿verdad?

Valeria apretó los labios, su rostro enrojecido por la ira y la vergüenza. Pero Ethan no le dio oportunidad de responder. Con un último tirón de su cabello, la soltó. Valeria tambaleó hacia atrás, llevándose una mano a la cabeza mientras lo fulminaba con la mirada.

—Esto no ha terminado —espetó, dirigiendo una última mirada a Liam antes de girarse y desaparecer entre la multitud.

El silencio entre ellos fue pesado. Ethan respiró hondo y se pasó una mano por el cabello, volviendo su mirada a Liam. Su expresión cambió en un instante. La furia desapareció, reemplazada por una preocupación genuina.

Ethan se inclinó hacia él, su voz suave pero llena de preocupación.

—¿Liam? —preguntó, tocándole la cara con una delicadeza que contrastaba con la furia que había mostrado momentos antes—. ¿Estás bien?

Liam tragó saliva, intentando ordenar sus pensamientos. Aún se sentía mareado, como si el mundo girara a su alrededor. Pero más que eso, se sentía… sucio. Vulnerable. La sensación de las manos de Valeria en su cuerpo, la forma en que había manipulado la situación, todo se acumulaba en su mente como una pesada losa. No podía evitar sentir que había perdido el control, que había sido arrastrado a algo que nunca quiso.

—No… no estoy bien —murmuró finalmente, su voz temblorosa. Miró a Ethan, sus ojos reflejando una mezcla de confusión y vergüenza—. No debería haber venido. No debería haber… —se interrumpió, apretando los puños con fuerza, como si intentara aferrarse a algo sólido en medio del caos.

Ethan lo observó con atención, su expresión llena de comprensión y algo más, algo que Liam no podía identificar del todo. Tal vez era culpa, tal vez era rabia contenida, pero en ese momento, lo único que importaba era la calma que Ethan irradiaba.

—No es tu culpa —dijo Ethan con firmeza, colocando una mano en el hombro de Liam—. Ella no debería haber hecho eso. Nadie tiene derecho a tocarte sin tu consentimiento, Liam. Nadie.

Liam asintió lentamente, pero la sensación de suciedad no desaparecía. Se sentía expuesto, como si algo dentro de él hubiera sido violado. No eran solo las manos de Valeria, era la forma en que había manipulado la situación, cómo lo había llevado a un lugar en el que no quería estar.

—Lo sé… —susurró Liam, bajando la mirada—. Pero no puedo evitar sentir que… que debería haber hecho algo. Debería haberme ido antes. Debería haber dicho que no desde el principio.

Ethan suspiró, su mano apretando ligeramente el hombro de Liam.

—No siempre es fácil decir que no, especialmente cuando alguien como Valeria está involucrada. Ella sabe cómo presionar, cómo manipular. No es justo que te sientas así, pero no es tu culpa. Lo importante es que estás a salvo ahora.

Liam asintió de nuevo, pero las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos. No quería llorar, no aquí, no ahora, pero la combinación de alcohol, agotamiento y la abrumadora sensación de vulnerabilidad era demasiado.

—No quiero sentirme así —confesó en voz baja, su voz quebrada—. No quiero sentir que… que no tengo control.

Ethan lo miró con una expresión de dolor, como si cada palabra de Liam le doliera físicamente. Sin decir nada, se acercó un poco más y lo envolvió en un abrazo firme pero cuidadoso. Liam se tensó al principio, pero luego se relajó, permitiéndose apoyarse en Ethan, aunque fuera solo por un momento.

—No estás solo —murmuró Ethan contra su oído—. No tienes que pasar por esto solo. Estoy aquí, Liam. No voy a dejar que nadie te haga daño.

Liam cerró los ojos, sintiendo cómo las lágrimas finalmente caían. No sabía cuánto tiempo permanecieron así, pero en ese momento, lo único que importaba era la sensación de seguridad que Ethan le brindaba. Aunque el mundo a su alrededor seguía siendo un caos, en los brazos de Ethan, por primera vez en esa noche, Liam sintió que podía respirar.