Libertinaje

Willy tenía un largo camino por delante; la residencia Pino Verde estaba lejos de Atocha. No sabía exactamente cómo llegar allí, pero tenía tiempo, y como fantasma, no había nada que pudiera hacerle daño. Caminando por la calle bajo las luces de las farolas, recordó cuando toda su vida se fue al traste. Era 1972, y él era un arquitecto joven, ambicioso y motivado con algunas obras exitosas en España y Francia. Casi un niño para un miembro de su gremio, apenas entrando en sus treinta, pero era un genio, un individuo singular entre sus compañeros. Willy fue invitado a una cena de alto perfil en el lujoso Château de la Belle en la hermosa Côte d'Azur, Francia. Era un gran honor concedido a pocos; tuvo suerte. Un hombre con mucho poder y relaciones se interesó por una de sus obras más sencillas y decidió que quería conocer al arquitecto.

Esta reunión sería más trascendental para su futuro de lo que esperaba.

—!Oh! Señor Argent, es un placer conocerlo.

Un hombre blanco de unos cincuenta años le saludó; calvo, con sobrepeso, pero con un aire, movimientos y gestos encantadores.

—El placer es mío, señor Crowley, pero por favor, llámeme Willy.

—De acuerdo, Willy, entonces solo llámame Edward —correspondió Crowley sonriendo.

Conectaron de inmediato; había algo en ellos que encajaba, como si estuvieran destinados a conocerse.

—He visto algunas de tus obras; hay algo en tus edificios; algo poderoso, salvaje, místico y me encanta.

—Me alegra que lo haya disfrutado. Normalmente, para muchos, la arquitectura trata de matemáticas y un toque artístico, pero para mí hay algo más. Es como si hubiera más en los edificios… Una especie de energía. ¿Alguna vez has tenido la sensación de que hay más a nuestro alrededor de lo que podemos ver?

Crowley sonrió y le colocó los brazos sobre los hombros.

—Eres lo que mi instinto me dijo que serías.

Pasaron horas hablando sobre muchos temas. Crowley le presentó a muchas personas poderosas y ricas de la alta sociedad francesa. Pasada la medianoche, Crowley y un grupo de sus amigos más cercanos se separaron del resto. Como si fuera una señal, la mayoría de las personas abandonaron el lugar, y parecía que la fiesta había terminado. Sin embargo, tal suposición sería incorrecta. Crowley invitó a Willy al sótano.

Inmediatamente después de entrar en la sala subterránea, se sirvió una bebida espirituosa fuerte. Tenía una mezcla de alcohol y algunas hierbas que Willy no reconocía. La bebida era intensa y quemaba la garganta, pero al mismo tiempo tenía un sabor agradable, una mezcla de especias y yerbas.

—Damas y caballeros, tenemos un recién llegado —anunció Crowley a la sala.

—El señor Williams Argent Palau, un joven arquitecto prometedor y un hombre que he confirmado, tiene el toque. Como muchos de nosotros, tiene cierta sensibilidad hacia lo que está oculto para los menos dotados. Por favor, denle la bienvenida a nuestro grupo, y como de costumbre, disfrutemos a nuestro antojo. Willy se sentía un poco raro, pero en el buen sentido; la bebida estaba haciendo su efecto, se sentía desatado y sin restricciones, una sensación de libertad invadía su mente y su cuerpo, y la excitación y el deseo tomaron el control sobre él. No era el único; la sala subterránea se había convertido en el escenario de una orgía frenética en la que un joven Willy tomó parte.

Después de esa noche, Willy fue invitado a algunas fiestas más, y su fama entre las personas adineradas e influyentes de toda Europa aumentó, pero principalmente en España y Francia. La depravación y la degeneración aumentaban con cada fiesta; la cantidad de alcohol, drogas de todo tipo y desviaciones sexuales alcanzaba proporciones bíblicas.

Con el tiempo, la personalidad de Willy se había torcido hasta el punto de que ya no era capaz de reconocerse a sí mismo; desarrolló una preferencia sádica y, en compañía de Crowley y otros, cometió algunos actos que eran legal y moralmente reprobables.

—No hay nada como disfrutar del dolor de los demás. Pero no es suficiente, nunca es suficiente —le dijo a Crowley un día en una de sus reuniones privadas.

—Pronto, amigo mío, te mostraré algo que te llevará a un nuevo nivel —prometió Crowley mientras brindaban.

Finalmente, había llegado ese día. Willy fue invitado a una fiesta muy exclusiva; no había mucha gente, solo algunos de los amigos más cercanos de Crowley, a quienes él solía llamar 'los dotados'.

Como siempre, el evento se celebró en el sótano de una mansión. Todo tipo de estructuras metálicas habían sido ensambladas con cuidado y precisión en la habitación. En medio de todo, un reloj de bolsillo asumió el papel protagónico.

—Willy, por favor, ven y tócalo —invitó Crowley.

Willy hizo lo que le indicaron, y después de unos segundos, retiró su mano sorprendido.

—Hay algo ahí —dijo Willy.

Los demás en la habitación sonrieron; sin duda, Willy era uno de ellos.

—Correcto, un alma, para ser precisos —respondió Crowley. —Sabía que podrías sentirlo. Así es, amigo mío; hay otro mundo; hay fantasmas, almas y muchas cosas más allá de lo que nuestros ojos pueden ver.

Los otros asistentes a la reunión se acercaron a ellos.

—Este artilugio nos ayuda a magnificar nuestras habilidades y nos permite interactuar mejor con un espectro. Los fantasmas no son abundantes; algunos parecen estar atados a algo o a algún lugar, como lo que sucede con este reloj. Ahora activemos el mecanismo.

Después de explicar cómo funcionaba todo, Crowley activó un interruptor, y la electricidad comenzó a correr a través de la estructura metálica, haciendo que esta emitiera un zumbido. Los asistentes al evento tocaron el reloj de bolsillo, incluido Willy; no lograban ver nada, pero escucharon los gritos y lograron sentir la sensación de que el fantasma vinculado al reloj estaba sufriendo. Crowley accionó un segundo interruptor; los gritos aumentaron, y Willy lo sintió claramente: dolor, miedo, desesperación, locura. ¿Cuántas veces ha usado Crowley este artilugio en este fantasma? Fue emocionante, delirante, nauseabundo, y para cuando terminó el evento, Willy aún lo estaba pasando mal. —¿Cuántas veces has hecho esto? —preguntó Willy. —Un par de veces, los fantasmas son difíciles de encontrar y no duran mucho.

—Es una pena; esa sensación es maravillosa —comentó Willy mirando al reloj.

Crowley respondió con una sonrisa. Todos los presentes se mostraban de acuerdo. Los demás invitados también estaban excitados; esa misma noche se organizó otra fiesta, con su correspondiente orgia.

Desde ese día, Willy comenzó a incursionar en lo oculto y Crowley le abrió muchas puertas en ese sentido. Después de aprender los aspectos más esotéricos de este nuevo mundo, Willy comenzó a estudiar algo de ingeniería, lo que también elevó su calidad como arquitecto. Cuatro años después, era un rostro común en las altas esferas de los mundos esotéricos y sobrenaturales. Desafortunadamente, solo porque conocían el mundo esotérico, eso no significaba que fueran inmortales. La llegada de la epidemia del hasta entonces desconocido virus de la inmunodeficiencia humana causó muchas bajas entre los miembros del grupo esotérico de Crowley. Después de que algunos de ellos se asustaron y llegaron a la conclusión de que la enfermedad era una especie de castigo divino por sus muchas perversiones y transgresiones, el grupo se disolvió.

Crowley fue traicionado por algunos de sus asociados y utilizado como chivo expiatorio para muchas actividades ilegales, incluyendo el contrabando de drogas, la trata de personas y la esclavitud sexual. Desde luego, la mayoría de las acusaciones eran ciertas; Crowley desapareció de Europa. La última noticia que Willy tuvo sobre él fue que murió en algún lugar de Buenos Aires, Argentina.

Las cosas se pusieron un poco feas para Willy; logró salir libre de la debacle del grupo esotérico, pero sus andanzas con Crowley y su pandilla tuvieron algunas consecuencias en su carrera profesional.

En 1981, le diagnosticaron la letal enfermedad viral. Willy logró mantenerlo en secreto; había mucho estigma social alrededor de la enfermedad en esa época; siguió trabajando y llegó a la cima de su carrera; trabajó en muchos proyectos, sin detener su progreso en el mundo de lo que Crowley llamaba ingeniería esotérica; hizo algunas pruebas, que resultaron confirmar muchas de sus teorías. Copiando los diseños de Crowley, ideó sus propios conceptos y versiones de sus artilugios; creando trampas para almas y muchos dispositivos que podrían afectar a fantasmas y espectros en cierta medida.

Para 1985, Willy estaba visiblemente enfermo. Sin embargo, logró completar su mejor obra hasta la fecha, el Hospital General de Atocha, que fue tanto el cenit de su carrera como arquitecto como su mejor trabajo de ingeniería esotérica. En los últimos meses de su vida, su última obra fue un modesto edificio que más tarde se utilizaría como hogar de ancianos.

Un sábado del año 1987, Willy irrumpió en el edificio y se ahorcó en la sala de máquinas. Con el suicidio y algunas decisiones de diseño dudosas, el valor de la propiedad disminuyó; más tarde, fue vendida a un hombre de negocios codicioso. Desde el momento de su muerte, el alma de Willy quedo atrapada en el edificio de su propia creación; allí, tuvo tiempo para aprender más sobre esta nueva forma de existencia y planear su futuro. Muchas de sus teorías sobre el mundo espiritual eran correctas; de esta forma, su proyecto más ambicioso estaba en marcha.