El Resurgir del Desterrado

Durante el Torneo de las Familias en el coliseo de la Ciudad del Dragón Carmesí, el nombre de Yan Chao ya no era sinónimo de burla, sino de incertidumbre. Su primera victoria había dejado a todos atónitos, y ahora avanzaba a la siguiente ronda.

Su siguiente oponente era un cultivador de la familia Bai, un joven arrogante llamado Bai Ren, que había alcanzado el Refinamiento de Qi 2 Estrellas.

—Tu victoria anterior fue suerte —se burló Bai Ren—. No durarás contra mí.

El combate comenzó, y en un instante, Yan Chao desapareció con el Paso del Vacío. Bai Ren, incapaz de seguir su movimiento, recibió un golpe directo del Puño Celestial de la Estrella Perdida.

¡BAM!

El impacto lo lanzó fuera de la arena. La multitud quedó en absoluto silencio.

—¡Yan Chao ha ganado nuevamente! —anunció el juez, sin poder ocultar su sorpresa.

Los ancianos de la familia Yan comenzaron a intercambiar miradas de preocupación.

—Esto no es normal —susurró uno de ellos—. Hace tres meses ni siquiera podía avanzar en el cultivo.

El Patriarca Yan frunció el ceño, incapaz de comprender cómo Yan Chao había cambiado tanto.

La ronda final llegó, y su oponente era nada menos que Yan Wei, el prodigio de la familia Yan con Refinamiento de Qi 3 Estrellas.

—No me importa cómo hayas mejorado —dijo Yan Wei con frialdad—. Seguiré siendo superior a ti.

El combate inició, y Yan Wei desató una tormenta de golpes envueltos en qi dorado. Pero Yan Chao, con el Ojo del Caos activado, percibió cada movimiento y evitó todos los ataques con el Paso del Vacío.

Los espectadores apenas podían seguir la pelea.

Yan Chao contraatacó con una palma cargada con la Energía Estelar Antigua. El impacto hizo que Yan Wei escupiera sangre y cayera de rodillas.

—Imposible... —murmuró, temblando.

El juez levantó la mano.

—¡Yan Chao es el vencedor!

El coliseo explotó en un caos de gritos y murmullos.

El Patriarca Yan se levantó de su asiento, su expresión nublada por la furia y el desconcierto.

Pero Yan Chao simplemente sonrió.